Cuando el alisador parece ser el remedio de los “pelitos parados” que tanto afectan la belleza de nuestro cabello, aparecen nuevos inconvenientes para nuestra salud capilar.
Con la utilización de la plancha para alisar el pelo pensamos que esas jornadas largas y muchas veces costosas en los salones de belleza se acabarían. Pero sino consideramos algunos detalles, el más preciado sueño de tener un cabello liso y sedoso se convertirán rápidamente en una pesadilla.
Si vamos a utilizar este instrumento, lo mejor es que esté fabricado con placas de cerámica. Aunque hay mayor variedad de materiales, la cerámica alarga la duración del alisado y no maltrata el pelo.
Antes de empezar con el laciado, hay que lavar la cabellera y protegerla con un acondicionador hidratante sin enjuague después del cual debe aplicarse un serum protector (ambos productos están a la venta en cualquier centro de belleza o en el área de belleza de cualquier supermercado).
Para evitar que nuestro cabello se queme, debemos asegurarnos de que esté completamente seco antes de empezar con a laciar (podemos emplear una secadora a velocidad media). Asimismo, la temperatura de la plancha no debe ser muy alta. Y para deshacernos completamente del frizz, es recomendable poner un poco de laca fijadora.
También es aconsejable no laciarnos a diario, pues las puntas del pelo son las primeras en sufrir las consecuencias, luciendo opacas y orquilladas. Como consejo adicional, no olvidemos limpiar con alcohol cada cierto tiempo las placas de la plancha.